domingo, 12 de julio de 2009

El lado oscuro de los días demasiado nublados

El ruido se hacía más intenso, la proximidad de algo era innegable; pero le era imposible saber de qué se trataba porque las nubes se interponían entre sus ojos y todo lo demás. Comenzó a preocuparse. Miró a su alrededor tratando de identificar infructuosamente la dirección de donde provenía ese ronroneo, antes somnoliento, ahora ensordecedor.
Lo embargó una sensación de frío, pero de ese frío que no viene de afuera sino que nace en las entrañas. Sin saber por qué, fue abordado por el recuerdo de muchas personas; aquellas que le hicieron saber cuanto detestaban su presencia y otras que parecían apreciarlo, como aquel niño que tímidamente solía acercársele para conversar -monologar más bien- y ofrecerle comida ''decente", como él mismo decía.

Luego, todo fue oscuridad.

En ese mismo instante el Capitán Smith y su copiloto sintieron que el motor derecho de su aeroplano había golpeado algo, pero siguieron su vuelo sin contratiempos, ignorando que tras de sí dejaban un cúmulo de plumas negras y un rocío rojizo que descendían lentamente hacia el suelo lejano, como negándose a caer.